Los abogados, pioneros y adivinando el futuro que viene, que ya es presente arraigado en países de nuestro entorno europeo y América, hemos de trabajar y dar entrada, para paliar los efectos devastadores y nocivos del divorcio, que irrumpe cual tsunami emocional, a fórmulas como la mediación, que supondrían el complemento necesario en los procedimientos de familia para conseguir la mejor gestión de los conflictos familiares que se desencadenan antes, durante o post ruptura de pareja, y que sin una sólida gestión del conflicto emocional de fondo, más tarde o más temprano, desembocará en fracasos e incumplimientos de frágiles negociaciones. Al final, todos pierden:
1.- se sobrecarga a los Tribunales que pasan a actuar como agentes esenciales en la solución de unos problemas sumamente complejos que las familias padecen y respecto de los cuales se necesita ayuda especializada,
2.- también pierden los verdaderos protagonistas de la crisis de familia, que no lograron comunicarse y ven las soluciones como impuestas desde fuera, acrecentando el sentimiento de fracaso personal.