Tras un fallecimiento, los familiares pueden encontrarse ante el caso en el que el fallecido ha cambiado su testamento en el último momento siendo que padece una enfermedad mental, como puede ser demencia senil, por lo que él testador se encontraba incapacitado para la toma de decisiones, aunque el Notario asegure que se encontraba en plenas facultades.
Para anular el testamento primero debemos conocer que una anulación supone invalidar el testamento por lo que, a no ser de que exista un testamento anterior y valido, se procederá a repartir la herencia según la legítima. La legítima continuará la línea de sucesión comenzando por hijos y descendientes, seguido de padres y ascendientes, cónyuge, hermanos, sobrinos, tíos, otros parientes relacionados directamente con el fallecido y por último el Estado, que ante la situación
Un testamento se declara nulo ante la aportación objetiva que asegure la incapacitación del testador para realizar testamento, esta prueba debe ser aportada por los que deseen anular el testamento.
En estos casos se suele acudir a pruebas periciales aportadas por médicos-neurólogos, que aseguren que en la fecha en la que se ha realizado el testamento el testador padecía una enfermedad mental en estado avanzado que le impedía la toma de decisiones y la gestión de patrimonio con control. Por otra parte, también es interesante la aportación de peritos judiciales, que tras un análisis del historial médico del fallecido, certifiquen la incapacidad del testador.
Si la situación se vuelve contraria, y los médicos y peritos avalan total capacidad mental a la hora de realizar testamento, este se llevará a cabo según las últimas voluntades del fallecido.